Jamás me enseñaron lo que es el amor,
pensaba que en mí no tendría lugar,
dolido en mis noches, moría por dentro,
sufría cantándole a la soledad...
Amarga la espera, cruel el dolor,
vagaba en mi mundo sin rumbo al andar,
entre las aceras y el humo de coches
paraba mi ritmo; rompía a llorar...
Cerrado mi mundo, abiertos mis ojos,
sin una esperanza, ahogado en un mar,
desaparecieron las lágrimas negras:
allí la vi a ella, empecé a caminar...
Tan plena belleza, mis ojos la amaban,
sus dulces susurros me hacían sonrojar,
mi boca quería fundirse con ella,
mi voz ante sí comenzaba a temblar...
Miró fijamente, entró en mis pupilas,
se puso ante mí, me venía a besar,
su aire sentí dentro de mis pulmones,
recuerdo que nunca podría olvidar...
Rodeo con sus brazos mi cuerpo nervioso,
endulzó con sus labios mi paladar,
colocó su boca juto a mis orejas,
sentí escalofríos que ni en un glaciar...
El brillo en mis ojos dijo demasiado,
mi cara sonriente se quiso lanzar,
pensé y afirmé que estuve equivocado:
vive para ella; vive para amar...